viernes, 14 de agosto de 2015

MADRE, SEÑORA DE LA ASUNCIÓN


Asciende en mirada a los cielos
guiada por una paloma blanca
entre Ángeles posada y coronada.
Es la madre de Dios… la del Hijo Amado,
la Madre del universo… cantarina del Alma
la que guarda en amor… a reposo de Luz
la que otorga claridad al Alba,
la que perdona la confusión del dolor.

Alza en alas doradas
a grandes Altares Celestiales.
Soberana de mis cantares,
vuelas en viento primaveral,
esparciendo aromas florales
en brisa de calma, romeros, claveles,
rosas, coronas sin espinas… llagas sanadas,
bajo tu estar, Manto blanco… reposo de descalzos.

Madre de la luz… clamor del cielo.
Madre Ascendida… en andas de sol.
Señora del martirio llagado,
del Corazón Sagrado… dolida,
dulce reposo… del Cáliz Amado.
Madre, Señora de la Asunción
Madre de la eterna semilla
Flor de Cáliz dorado.

Madre de tu bálsamo… quiero beber
y saciar mi sed… calmar mi dolor.
Palma de mis llagas… caricia de amor.
Templo eterno… de la caridad divina.
Altar dorado… reposo del manso cordero.
Madre del lazo ungido… al amor de dios,
al extremo de él… quiero yo estar,
y ser acogido… como uno más.

Madre, en ayuno de amor me siento
acogido, hasta que mi alma sea liberada,
y guiada hacia tu estar… Manto florido,
cúbreme con tus aromas… esencia de luz.
A cobijo de vanos, en tus manos guardo espera,
Candelera de mi Alma… de ella tú eres dueña,
en espera de alza… guarda en mi morada,
a la salva del alba, de la Cantarina de mi Alma…

Autor: Luis P. Limiñana

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MADRE, SEÑORA DE LA ASUNCIÓN by Luis P. Limiñana García is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.




lunes, 3 de agosto de 2015

CIEN VERSOS PARA UN POEMA, POETA O PROFETA EN SÍ MISMO ES DAR Y RECIBIR DE SÍ MISMO


 Cuantas cosas amadas sin sentir,
perdidas en el olvido sin lamento,
dolor ausente… despojado de vida,
estancia vacía… recuerdos caídos,
luz de agonía… sentido afligido,
por querer y no poder… estar y no ser.
Callada pena recorre por mis venas,
la que un día, sin agonía de lamento,
mostrara al viento, despojado de llanto,
la eterna calma de la comprensión.

Mirada alta… paso obligado a olvido,
dolor guardado… incomprendido,
añoranzas clavadas… guiadas al abismo,
sentido de querer y no poder a sí mismo.
Pasos entregados sin retorno… calvario
sin sentido, por faltar el sentido de amar.
Cuantas veces despojado de la claridad,
enfrentado a la verdad del alma… querer,
y no poder, sentir el vacío de lo entregado.
Amar en despojo, sabiendo que no hay destino.

Clavadas están, marcadas llagas del despojo amado,
guardado al dolor del olvido, aún siento
necesidad del hacer, sin mirar a quien,
cargando con el hacer del sí mismo,
sin sentir el por qué de ser, sin querer,
obligado tal vez, por el amor de arrastrar
con lo que no comprende el ciego,
o el cegado por la sencillez… acogidos
al abismo en valías de vida negada,
caídos por engaño al olvido de amar.

Arrastrados por la falsedad de un vivir
vacío sin sentir, cuándo se puede sentir
la vida, sin rencores que desgarren
otros caminos, vivir en amor a todo
lo creado, sin promesas de ser más,
sin necesidad de querer tener más,
ser vida de la creación, ser parte de ella,
participar en su cometido y volar en su sueño,
tenerlo todo sin necesidad de querer,
disfrutar en compañía de sí mismo.

Ser el sí mismo en todos y verte
en todos en ser de sí mismo.
Si dañas te dañas, si amas te amas,
si sueñas, todos sueñan en sí mismo,
si siembras por recoger cosecha,
no sabrás si perderás tu siembra,
si dejas tu cosecha guardada en armonía,
no pierdes tu siembra, pues compartes
tu ser y recoges tu cosecha donde la dejas,
tu grano germina en sí mismo y está en todos.

No es de preocuparse dónde está tu siembra,
está en ti, en sí mismo, todos somos el mismo
camino, cada cual tiene su abismo, pero
si tendemos la mano, nos sujetamos todos,
compartimos el sí mismo… tropezamos
y nos levantamos, a veces sin darnos cuenta
de la ayuda que recibimos… del sí mismo,
el ser uno mismo, no es ser sí mismo,
el ser sí mismo es sentir el amor, el dolor,
que en sí mismo vemos en el caído.

Ayudamos en el olvido, al sí mismo,
y sembramos en cosecha ajena,
pues guardamos el grano a buen cobijo,
no sentimos lo que damos por perdido,
lo depositamos en vasija a reposar,
para germinar en otras cosechas,
que no son de sí mismo, para recoger
la siembra en ayuno de amar… pura
la cosecha que se recoge del amor sentido,
razón de vida acogida en el sí mismo.

La palabra acogida en el sí mismo,
ayuda en el sanar del alma, ayuno
del cometido de quien ama en sabia,
sentir del poeta como del profeta,
qué diferencia hay, en el saber
de acometer la dulzura del alma,
en el brillar del alba, en el sanar
de su estancia, dulce morada,
que guarda la llama candente
del que ama y en sí mismo guarda.

Sentir el sí mismo en tu entorno,
es retorno de la voz que guarda,
de aquel que te siente en la mirada,
de aquel que te cruzas y reconoces,
de aquel que te escucha y te entiende.
Sentir que no ha pasado el tiempo,
en aquel que años olvidado encuentras
y retornas conversación, como si fuese ayer.
El sentir del sí mismo, en el que no conoces
y es ser de hermandad de un mismo camino.

El sentir al sí mismo, en un mismo camino
sin retorno al abismo… ayuno de almas
cuando guardan calladas… reflejo de llama
a espejo guarda la palabra amada al alba,
palabra del sencillo que salva en claridad de almas,
palabras reconocidas sin antes ser escuchadas,
palabras del Poeta o Profeta en el sí mismo,
que elevan al alma en un suspiro calmado.
Palabras que provienen de un mismo manantial,
el del amor entregado sin condición al amado…

Autor: Luis P. Limiñana

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POETA O PROFETA EN SÍ MISMO ES DAR Y RECIBIR DE SÍ MISMO by Luis P. Limiñana García is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.